martes, 25 de junio de 2013

“Creer es obedecer”




              Lucas 5,1-11 contiene la llamada “vocación de Pedro”. En Mt y Mc esta vocación tiene una forma muy resumida, sin el milagro de la pesca y el diálogo entre Jesús y Pedro, y concentrada en el llamado y el seguimiento inmediato. Aquellos textos enfatizan más la autonomía de Jesús, mientras que el de Lucas trabaja más sobre la transformación de Pedro.

 ¿Por qué los creyentes debemos obedecer a Jesús en todo?


SOLO EL CREYENTE OBEDECE Y SOLO EL OBEDIENTE CREE.


            El relato lucano comienza con una escena de afluencia masiva de gente que quiere oír la Palabra de Dios y con la correspondiente respuesta de Jesús. Lucas es el único evangelista que habla del τὴν λίμνην Γεννησαρέτ (5:1 BYZ) lago de Genesaret, en hebreo: יָם־גִּנֵּיסָר “jardín de riquezas”, o “jardín del príncipe” que eran más bien unas planicies cultivables rica en nogales, palmeras, higueras, olivos y vides. Ubicadas en la ribera noreste del lago.

            Tal vez Lucas confundió la fonética con כִּנֶּרֶת, Kinéret'‎, del hebreo «kinor» debido a la forma de arpa primitiva o lira que posee el lago. Mientras que los otros evangelistas hablan del mar de Galilea o de Tiberias.

              Lucas utiliza el curioso y para nada frecuente verbo ἐπίκειμαι epíkeimai, agolparse, aglomerarse que solo vuelve a aparecer en el evangelio lucano en 23:23. Es decir, la gente se amontona en torno a Jesús para oír su predicación, y más tarde lo hace para ejercer presión para que él sea crucificado. El evangelista nos relata que Jesús resuelve el problema dirigiéndose hacia dos barcas que se encontraban en la orilla junto a los pescadores que lavaban y mantenían sus redes. Solicita entonces a Pedro utilizar su barca para enseñar desde ella a la multitud. Un detalle pequeño, pero no menos importante es el uso del verbo διδάσκω enseñar en ind.- imperf.- act. en medio de una serie de aoristos, debemos recordar que el imperfecto habla de una acción continua, habitual, que persiste. El uso del bote como púlpito prefigura su próximo empleo como lugar de manifestación del poder de Jesucristo y fundamentalmente, de puesto de llamado al seguimiento.

               Cuando termino de enseñar del Reino de Dios a la multitud, Jesús ordena a Pedro a bogar mar adentro y echar sus redes para pescar. En realidad el texto lucano no utiliza un verbo para describir la acción de pescar, sino más bien un sustantivo acusativo femenino εἰς ἄγραν. (5:4 BYZ) Jesús indica el fin concreto de su mandato: …para una pesca. El griego emplea un sustantivo concreto, y no un verbo (infinitivo, en este caso), como la traducción Reina-Valera, la idea del escritor es señalar que Jesús, en su orden, garantiza el éxito de la labor. La respuesta de Pedro es interesantísima. Por un lado pareciera profesionalmente arrogante, puesto que no puede el carpintero enseñar al pescador como realizar su labor. No se acostumbraba a pescar en el Mar de Galilea a medio día, sino más bien, muy temprano por la madrugada antes de que rayara el alba. De esa manera se aprovechaba la abundancia de peses cobijados en la oscuridad y además se podía comercializar la pesca muy temprano ya que muchas familias usaban el pescado como desayuno o para la merienda de los jornaleros. Para complicar más la situación, Pedro informa al Señor que ya habían intentado pescar durante toda la madrugada sin conseguir nada, cuanto menos se podría lograr a una hora desfavorable como aquella. Pero, por otro lado, Pedro demuestra obediencia en Jesús en quien confía “…sin embargo, puesto que tú lo dices, echaré las redes". El texto griego dice; ἐπὶ δὲ τῷ ῥήματί σου χαλάσω τὸ δίκτυον. (5:5 BYZ )…pero basado en tu palabra echaré la red.
 

            Resulta interesante agregar en este punto que Lucas coloca en boca de Pedro la expresión ἐπιστάτης mientras que los otros evangelistas siempre emplean didáskalos y rabbí para referirse a Jesús como maestro, Lucas establece una importante diferencia: los discípulos aplican a Jesús el término epístates (en vocativo), el término es empleado para designar al superintendente o supervisor (literalmente significa: el que está sobre otro). En su aplicación lucana a Jesús, el vocablo tiene, pues, una connotación especial y remite al reconocimiento de la autoridad de Jesús. En simples palabras, Pedro cree en el Señor Jesús y por ello le obedece como su autoridad.
           Los seguidores del Señor Jesucristo hemos sido llamados por la fe a responder con obediencia al mensaje de Jesucristo. Entonces somos seguidores obedientes de Jesús por la fe que él mismo ha infundido en nuestros corazones. No podríamos jamás declarar que creemos fielmente en Él sino estamos totalmente dispuestos a obedecerle. A aun cuando su palabra resulte extraña o difícil de comprender en nuestro contexto y realidad. Debemos evitar a toda costa cuestionar las instrucciones u ordenanzas del Señor para acomodarlas a nuestra conveniencia o sentido de la lógica. No importa si la palabra del Señor se contrapone a la experimentada, profesional y erudita conclusión humana. Como no recordar  la exhortación de Dietrich Bonhoeffer  a la reprimida y perseguida iglesia confesante en la Alemania nazi: sólo el creyente es obediente, y sólo el obediente cree. (El Precio de la gracia; el seguimiento) exhortación que nos ha servido como titulo de división en este sermon.

CREER Y OBEDECER AL SEÑOR RESULTA SIEMPRE EN  BENDICIÓN.
 
            La narración lucana completa el primer cuadro antes señalado, describiendo ahora como los pescadores obedecen la instrucción del Señor y son sorprendidos por una pesca impresionante y milagrosa. La superabundancia de la pesca es ilustrada mediante tres figuras: el rompimiento de la red, el llenado de dos barcas, y su hundimiento. Lucas nos aclara que la bendición de la pesca fue tan impresionante que no podían hacerse cargo de ella y era necesaria para no perderla llamar los compañeros que habían quedado tal vez en la orilla del lago.
 


                El término μέτοχος, métojos, traducido comúnmente como compañero, es empleado en el NT sólo aquí por Lucas y cinco veces en Hechos, donde significa partícipe o participante. Proviene de metéjo, tener con; y se traduce como: participación juntamente con alguien (en bendiciones comunes). Por su parte, el término κοινωνός, koinonós, que también significa socio y es aplicado en Lc.5:10 a Jacobo y Juan, incluye la noción de asociación y confraternidad personal. Pedro, que había hecho alarde de una cierta arrogancia profesional en el v. 5, pero a la vez de docilidad, llega ahora al punto más bajo de humillación, y la expresa con la caída ante Jesús y las subsiguientes palabras: –¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador! (5:8 BNP)
 

                  Este momento es un acto de reconocimiento del misterio divino de Jesús y se encuadra en el modelo típico de las reacciones bíblicas y religiosas en general ante la manifestación de lo sagrado y el poder divino. La reacción de Pedro fue sincera y correcta, producto de su confusión personal. El temor es compartido por todos sus compañeros de trabajo. Lucas es el único autor que emplea un término particular para temor, Θάμβος, thambos (Lc.4,36; 5,9; Hch.3,10); las tres veces como expresión de consternación e impactante asombro ante la manifestación del poder divino en la persona de Jesús. Sin embargo, el Señor le exhorta a no temer Μὴ φοβοῦ• ἀπὸ τοῦ νῦν ἀνθρώπους ἔσῃ ζωγρῶν. (5:10 BYZ) –No temas, en adelante serás pescador de hombres. (Luc.5:10 BNP). Cuan maravilloso es constatar que resultante de la fe y obediencia de Pedro, no solo él es bendecido con la milagrosa y abundante pesca, sino también sus compañeros y la comunidad que recibiría estos productos. Pero el más grande milagro y la bendición más maravillosa que recibieron Pedro y sus compañeros de oficio fue el llamado al seguimiento y discipulado de Jesucristo. Lucas de manera extraordinaria e intencional emplea el verbo ζωγρέω, zogreo que significa agarrar con vida, a diferencia de una caza o captura que mata. El término marca una diferencia substancial para con la pesca, pues ésta mata los peces, mientras que la misión de Pedro consistirá en “agarrar” vivas a las personas – “cautivarlas” y juntarlas para la vida, no para la muerte. Si bien el mandato específico se dirige a Pedro, su entorno también asume el llamado, como puede verificarse por el v. 11. La constatación del seguimiento plural en este cierre aclara por qué el relato había hablado anteriormente de todos los que estaban con él y específicamente de Jacobo y Juan. Convierte al grupo de pescadores en seguidores y discípulos incondicionales de Jesús, que cambian su trabajo y su negocio por el aprendizaje y el servicio activo a Jesús y a su causa.
              Los seguidores de Cristo debemos considerar seriamente que cada vez que creemos y obedecemos a la palabra de nuestro Señor el único resultante posible es una bendición integral para nosotros, para la comunidad de fe y para quienes nos rodean. Los discípulos creen y obedece a las enseñanzas de su Maestro y Señor y el resultado es vida plena y abundante para todos: credere et obedire


Gustavo Robles Cid
Reflexion basada en sermón dominical para la comunidad de fe Rey de Gloria
Las Asambleas de Dios de Chile

“A Cesar lo de Cesar y a Dios todo”



             El relato  de Lucas nos relata que después de que el Señor compartió la parábola de los labradores asesinos, las autoridades judías deseaban arrestar a Jesús, pero no había llegado el tiempo debido a su enorme popularidad. De modo que se dedicaron a reunir nuevas evidencias contra él. A fin de hacer que perdiera el favor entre el pueblo o atrajera la sospecha de los romanos.
 
¿Qué podría significar dar a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios?


DAR A CESAR ES NEGARNOS A RECIBIR DE CESAR.

                     Registros paralelos de este relato se encuentran en Mateo 22: 15-22 y Marcos 12: 13-17. Mateo nos dice que fueron los fariseos “…a deliberar cómo tenderle una trampa y sorprenderle en alguna palabra” (Mateo 22: 15). Marcos declara que los herodianos se juntaron con los fariseos “…para ver de atraparle en alguna palabra” (Marcos 12: 13). Es probable que los fariseos tomaran la iniciativa en esto. Aunque los fariseos y los herodianos se odiaban unos a los otros, no obstante, odiaban tanto más a Jesús al punto de unirse en contra de Él. Lucas nos declara que comisionaron a “espías” que actuaron hipócritamente como si fuesen amigos de Jesús; pretendían tener mucho respeto a la ley y que querían saber cómo reconciliar sus deberes con respecto al gobierno romano. Buscaban la expresión de una sola palabra para sacar algo de Jesús que lo involucraría en problemas con las autoridades romanas. Entonces preguntaron a Jesús: Ἔξεστιν ἡμῖν Καίσαρι φόρον δοῦναι, ἢ οὔ (22 BYZ) ¿Nos es permitido pagar impuestos al césar o no? (Luc.20:22 BNP) Si Jesús respondía que sí, se pronunciaba contra la relación directa e inmediata del pueblo santo con Dios y condena automáticamente los esfuerzos de este pueblo por liberarse políticamente. Si responde que no, se declara partidario de los zelotes y de su teología política de la liberación, con lo que se convierte tácita o abiertamente en un rebelde contra la autoridad romana. Unos 25 años antes una revuelta principal en contra de este impuesto fue iniciada por un líder galileo popular llamado Judas (Hch.5:37), de donde se inspiró el grupo de los zelotes. Por lo tanto, era una pregunta capciosa: el apoyar el impuesto sería no patriótico, mientras que el oponerse al impuesto sería peligroso (en especial para un líder popular galileo).En el plano político, que es en el que se sitúan los que le plantean la cuestión, no hay tercera vía, no existe una solución intermedia.
 
             En la época de la dominación romana (6-41, 44-66 d.C.) las cargas fiscales permanecieron probablemente sin mayor variación; es decir, las de la provincia de Judea habrán ascendido a 600 talentos de plata. Tácito nos hace saber hasta qué punto las tributaciones resultaban onerosas: el año 17 d.C. las provincias de Siria y Judea pidieron una reducción de los tributos. La negativa a pagar los impuestos podía ser causa de la guerra.

             El Señor responde solicitando, a los religiosos que le hacían la consulta, una moneda, y le entregaron un denario. El denario de plata, era la moneda oficial del imperio romano y poseía calidad de moneda internacional. Correspondía en valor al sueldo mínimo diario de un jornalero. Los judíos tenían un dicho que “en donde la moneda del rey esté, allí se reconoce su soberanía”. Esta moneda era evidencia del dominio romano sobre la tierra de Israel, y al usarlo los judíos reconocían sujeción al poder romano. Cuando recibió el “denario” preguntó: τίνος ἔχει εἰκόνα καὶ ἐπιγραφήν; (24 BYZ) “¿De quién tiene la imagen y inscripción?” La eikóna, “imagen”, probablemente era la del emperador romano, Tiberio César. Y la epigrafén, “inscripción”, era el dicho de la moneda, el título del emperador declarando su soberanía: “Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto, sumo sacerdote”. La imagen mostraba que no era una moneda judía, pues los judíos no ponían imágenes en sus monedas; pero sí ponían inscripciones en ellas.
 

            En vista de esto, Jesús responde: Ἀπόδοτε τοίνυν τὰ Καίσαρος Καίσαρι, (25 BYZ) "Devolved al César lo que es del César,…". El verbo griego "apodídômi" ha sido mal traducido por "dar"; significa más bien "devolver, retornar o reintegrar". Esta imagen, con esa inscripción, no es de Dios ni de Israel que no tiene imágenes. Es símbolo del colonialismo romano y signo evidente de un emperador que, con su comportamiento -haciendo imprimir su imagen y llamándose Augusto (Excelso), título divino- mancha el país de Dios, viola su ley y usurpa su puesto. Con esta autoridad hay que romper. Hay que acabar, según Jesús, con ese estado de cosas, situación de verdadera opresión y dominación. Al pedirles que le mostraran un denario, los expuso como hipócritas, ya que ningún judío patriótico debiera estar llevando dicha moneda, porque portaba la imagen “idolátrica” del emperador y la inscripción con el título de “divino”. Le han preguntado insidiosamente por el problema de los tributos y Jesús resuelve prontamente e inesperadamente el problema. Si manejan moneda que pertenece al césar, habrán de someterse a las consecuencias que ello implica. Odiaban a los romanos y, por supuesto que con razón, deseaban con todas sus fuerzas que se marcharan de su país, pero... al dinero no le habían hecho ascos. Rechazan al César en lo que les conviene, pero se someten libremente a su sistema cuando éste los beneficia. Y a esta actitud se refiere la respuesta de Jesús: "Pues lo que es del César devolvédselo al César". En simples palabras: Rompan de verdad con el sistema opresor del Imperio, pero del todo; rechacen su dominio sobre ustedes y sobre nuestro pueblo, pero no se sometan gustosos a la esclavitud de su dinero, no dejen que su propia ambición anule sus principios.
 
    
              Los seguidores del Señor Jesucristo tenemos la obligación moral de no aceptar que un sistema político, social y religioso corrupto, opresor, autoritario y materialista nos domine o influya negativamente sobre nuestras vidas de creyentes. Hemos sido liberados por Jesucristo para constituirnos en su pueblo, una sociedad alternativa que se expresa y vive en contra cultura. No podemos juzgar las tendencias y acciones de la sociedad en la que estamos insertos y luego callar descaradamente cuando sacamos beneficios de ella.

DAR A DIOS ES RECONCER QUE LE PERTENECEMOS.

          Pocas frases de Jesús han sido objeto de interpretaciones más interesadas e, incluso, de manipulaciones como ésta: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Estas palabras de han sido utilizadas para establecer una dualidad entre lo político y lo religioso y defender así la autonomía absoluta del estado ante cualquier interpelación hecha desde la fe. Según esta interpretación, Jesús habría colocado al hombre, por una parte, ante unas obligaciones de carácter cívico-político y, por otra, ante una interpelación religiosa. Como si el ser humano tuviera que responder de los asuntos socio-políticos ante el poder político de turno y de los asuntos religiosos ante Dios.
               Pero Jesús introduce una idea nueva que no aparecía en la pregunta de los adversarios, no solo devuelvan a cesar lo que le pertenece sino sobre todo: καὶ τὰ τοῦ θεοῦ τῷ θεῷ. (25 BYZ)…a Dios lo que es de Dios. (25 BNP) De forma inesperada, introduce a Dios en el planteamiento. La imagen de la moneda pertenece al césar, pero los hombres no han de olvidar que llevan en sí mismos la imagen de Dios y, por lo tanto, sólo le pertenecen a Él. Es entonces cuando podemos captar el pensamiento de Jesús. «Devuelvan al césar lo que le pertenece a él, pero sobre todo, no olviden que ustedes mismos le pertenecen a Dios».

            Para Jesús, no se trata solo del cumplimiento de deberes religiosos, en el sentido tradicional de la expresión. Aquí se trata de devolver a Dios algo que le habían robado: el pueblo, su pueblo. Recordemos de nuevo la parábola de los viñadores perversos. Aquellos labradores decidieron matar a los criados y al hijo del dueño para quedarse con la viña (el pueblo de Dios). Al final de la parábola, el evangelista hace este comentario: "Al oír sus parábolas, los sumos sacerdotes y los fariseos se dieron cuenta de que se referían a ellos". Ellos, que acusaban a los romanos de ser unos opresores, inmorales y sádicos, también explotaban al pueblo, y además lo hacían en nombre de Dios, usurpando el lugar de Dios. Dios está por encima de cualquier césar y de cualquier dirigencia religiosa. Estos no pueden nunca exigir lo que pertenece a Dios.

              Hay que devolver también a Dios lo que es de Dios. La viña de Israel -propiedad exclusiva de Dios- estaba en manos de los jefes religiosos que defendían de palabra al pueblo, pero de hecho se aprovechaban de él, colaborando con la potencia ocupante o, al menos, no rebelándose abiertamente contra ella. Aceptando a Jesús, verdadero liberador, Dios será de nuevo rey de su pueblo y se acabará la opresión de cualquier tipo: religiosa, social o política. La única autoridad que Jesús acepta es la de Dios y la de quien, como Dios, vela y cuida a su pueblo. Ni la del César ni la de los fariseos y herodianos entra dentro de esta categoría.
             Los seguidores del Señor Jesucristo hemos de cumplir con honradez nuestros deberes ciudadanos, pero no hemos de dejarnos modelar ni dirigir por ningún poder que nos enfrente con las exigencias fundamentales de la fe. Hemos entendido que como imagen y semejanza de Dios, le pertenecemos total y absolutamente. No existe ningún área de nuestras vidas que no esté bajo el soberano señorío de Cristo. El es nuestra prioridad, nuestra pasión, nuestra real vocación y la razón real de todos nuestros esfuerzos y anhelos.



Gustavo Robles Cid

Reflexión basada en sermón dominical para Comunidad de Fe Rey de Gloria
Las Asambleas de Dios de Ñuñoa - Chile