viernes, 22 de agosto de 2008

IDENTIFICANDO A LOS FALSOS MAESTROS DE HOY




IDENTIFICANDO A LOS FALSOS MAESTROS DE HOY




“Hubo además falsos profetas entre el pueblo, como también habrá falsos maestros entre ustedes. Éstos introducirán encubiertamente herejías destructivas, llegando al extremo de negar al soberano Señor que los compró, atrayendo sobre sí una rápida destrucción. Muchos los seguirán en sus prácticas vergonzosas, y por causa de ellos se hablará mal del camino de la verdad. Llevados por la avaricia, estos maestros se aprovecharán de ustedes con relatos inventados por ellos...” (2Ped. 2: 1-3. NVI )
“Permanezca en ustedes lo que han oído desde el principio. Si así sucede, también ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre. Y esto es lo que él nos prometió: la vida eterna.
Les escribo esto respecto a los que procuran engañarlos. En cuanto a ustedes, la unción que de él recibieron permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Pero como esa unción les enseña acerca de todas las cosas_ y es auténtica y no falsa_, permanezcan en él como les ha enseñado”
(1Juan 2: 24 – 27.NVI )

En este sencillo estudio pretendemos analizar el fenómeno siempre presente de las falsas enseñanzas y sus exponentes. Principalmente compartir algunas herramientas de tipo bíblico-teológico-exegético, es decir, por medio del estudio de la Biblia, de la reflexión teológica práctica y la sana interpretación de las Escrituras, mantenernos alerta en contra de todo lo que atente directa o indirectamente con la sana doctrina cristiana.

Características típicas en los movimientos o maestros de falsas enseñanzas

Tal como lo expresa el texto de 2 Pedro 2: 1-3 la existencia de falsas enseñanzas ( pseudodidáskalia; pseudo, mentira, falsedad, engaño; didáskalia, enseñanza, doctrina) ha sido un mal endémico en la historia de la iglesia cristiana. Desde sus primeros años de existencia, la iglesia de Cristo debió defender la fe que Cristo compartió a sus discípulos, es así como nacen las epístolas apologéticas paulinas, 1 y 2Pedro y los escritos joaninos. En el siglo II d.C. algunas escuelas de pensamiento cristiano, como la de Alejandría, dedicaron sus máximos esfuerzos a defender la fe de las enseñanzas corrompidas del gnosticismo-seudo cristiano y otras deformaciones doctrinales que afectaban a la cristología.
En nuestros días la iglesia cristiana-evangélica Latinoamericana se encuentra enfrentando serios problemas por la proliferación de falsas enseñanzas y sus numerosos exponentes, que han aprovechado estratégicamente los medios de comunicaciones para promover sus creencias y prácticas. Nuestra amada nación no ha sido la excepción a esta epidemia de ideas y enseñanzas distorsionadas que nos bombardean haciendo alarde de sus recursos logísticos, estructurales, económicos y humanos. No debemos caer en el burdo error de creer que por el mega-crecimiento y aparente “éxito” (bastante humano por lo demás) estos movimientos enseñan lo correcto. Un ejemplo de ello es el que nos entrega el doctor en sociología Jean Pierre Bastian1 al afirmar que el movimiento religioso de mayor crecimiento en la ultima década en América Latina, es la Iglesia Universal del Reino de Dios (Pare de Sufrir), que cuenta con templos en más de 30 países (también presente en Europa y África), 37 obispos, 7.500 pastores y para fines del 1995 contaba ya con un patrimonio de 400 millones de dólares, una cadena televisora propia, 22 radioemisoras, un periódico, una constructora y el Banco de Crédito Metropolitano, todo esto sin contar con los numerosos contratos con radioemisoras y televisoras en los distintos países donde se han establecido. Sin embargo, los evangélicos chilenos sabemos que se trata de una secta que difunde una serie de falsas doctrinas y enseñanzas distorsionadas que desfiguran el evangelio de Jesucristo.
Usando como base el pasaje ya citado de 2Pedro 2 y otros observemos las principales características de los movimientos o maestros de falsas enseñanzas:

1 Enseñan ideas y prácticas que contradicen la doctrina cristiana de manera encubierta (2Ped. 2: 1)
2 Por lo general atentan contra la Teología (enseñanza acerca de Dios), Cristología (enseñanza respecto a Cristo) y Neumatología (enseñanza respecto al Espíritu) clásicas del cristianismo.
3 Sus fines son afanes egoístas o simplemente lucrar con la fe las personas (2Ped. 2: 3).
4 No les importa engañar a las personas con tal de lograr sus objetivos ( 1Tim. 3:13).
5 Sus enseñanzas son destructivas y corroen la fe (2 Tim. 2:17).
6 Sus enseñanzas se disfrazan de piedad y seudo-espiritualidad ( Mt. 7:22,23; 2 Tim. 3: 5).
7 Hacen uso de vana palabrería acompañada de acciones de carácter místico (1Tim. 1:3,4).
8 Expresan egocentrismo y deseos de poder (2Ped. 2:18,19).
9 Entregan soluciones simplistas y superficiales a los problemas de las personas (2Tim. 4:3,4).
10 No se interesan realmente por la vida de las personas ni por su integridad.

Enseñanzas reñidas con las Sagradas Escrituras difundidas en nuestro actual contexto cristiano
Hemos afirmado que nuestra iglesia latinoamericana esta sufriendo el ataque de un abanico de falsas enseñanzas. Los embates más violentos y nocivos no provienen de nuevos movimientos religiosos o sectarios, sino de la misma iglesia evangélica. Como lo declara el Dr. René Padilla, la iglesia evangélica latinoamericana requiere de su propia reforma, volver a una comprensión seria de las Escrituras y erradicar todas las enseñanzas heréticas que la están socavando.

1. 'Conversión' sin arrepentimientoLa práctica predominante hoy entre las iglesias evangélicas es pedir “una decisión por Cristo”, sin enseñar la necesidad del arrepentimiento. Es muy claro en la Biblia que Jesús exigía un buen conocimiento de lo que el “convertido” estaba aceptando. Jesús tomaba especial cuidado cuando le seguían las multitudes de asegurar que sus esperanzas no fueran falsas. En Lucas 14, por ejemplo, le advirtió a la multitud que “él que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27). Y les exhortó a calcular el costo de ser su discípulo (vs. 28-33). En muchas otras ocasiones Jesús aclaró que ser discípulo de él requería negarse a sí mismo, aceptar a Jesucristo como único Señor y Rey, y fue por esto que Jesús comenzó su predicación diciendo “el reino de Dios se ha acercado, arrepentíos y creed el evangelio”. Por enseñar un evangelismo sin arrepentimiento, la misma iglesia evangélica ha producido “cristianos no-arrepentidos”, aqegurando a muchos la promesa de la salvación y la vida eterna sin cumplir con los requisitos que Dios exige. Esta enseñanza distorsionada ha producido cristianos distorsionados”, e “iglesias distorsionadas”. El afán por las “decisiones por Cristo” es motivado por la creencia que un gran número de personas en la iglesia es señal de éxito ministerial, y fácilmente se asegura que las personas “recibieron a Cristo” a pesar de que su vida no lo muestre. En cambio, Jesucristo envió su iglesia a hacer discípulos, seguidores de él, “enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado” (Mat. 28:20).

2. Los mal llamados apóstoles y sus enseñanzas

El movimiento apostólico que ha proliferado en Latinoamérica en estos últimos años ha traído consigo una serie de exponentes que han evidenciado serias falencias en su interpretación bíblica y en la ética de sus prácticas. Los problemas van desde una frecuente interpretación “alegórica” (aunque en muchos casos la expresión adecuada sería “espiritualizada”, para guardar el respeto a la histórica forma de interpretación de la escuela alejandrina del siglo II y III d.C.) hasta la arrogancia de entregar “nuevas revelaciones” como algunos declaran sin complejos y desafiando la enseñanza bíblica sin temor o respeto alguno.
El argumento de los protagonistas de este movimiento es que el “oficio” o “ministerio” apostólico ha estado ausente de la Iglesia por más de mil años. El “apóstol” John Eckhardt, en su libro “Moviéndonos en lo Apostólico” dice: “El oficio del apóstol ha estado vacante mucho tiempo por causa de la incredulidad y la tradición de la Iglesia. Hoy está siendo suplido por aquellos a quienes el Señor ha escogido. El “apóstol” taiwanés Elías Hong afirma: “…Por más de mil años después de los apóstoles de la iglesia antigua Dios no levantó apóstoles. A través de Kong Duen Yee el fundamento de la Iglesia fue puesto una vez más, y la completa verdad que estuvo perdida por más de mil años ha sido restaurada”. Los apóstoles modernos enseñan que “Con la restauración del oficio del Apóstol hay una restauración de la doctrina apostólica, una revelación apostólica, un gobierno con audacia apostólica.” “Los apóstoles y profetas dirigirán la Iglesia en la conquista de los reinos de este mundo”. También enseñan que los demás ministerios (el del profeta, evangelista, pastor y maestro) están sujetos a la autoridad de los apóstoles, y en consecuencia, los apóstoles serían los líderes y gobernantes de la Iglesia.
Realicemos un examen bíblico a la expresión “apóstol”, la que encontramos en el Nuevo Testamento griego expresada en los siguientes verbos y sustantivos: apostello enviar, despachar; exapostéllo enviar, hacer ir; apóstolos enviado, comisionado; apostolé apostolado. Sin lugar a dudas el término que nos interesa es apóstolos, puesto que es el utilizado en Efesios 4: 11. Este adjetivo verbal deriva de apostello y se comienza a utilizar como sustantivo en el lenguaje naval antiguo del griego clásico para referirse a una expedición naval, muy rara vez se emplea para hablar de un enviado o comisionado individual y particular, puesto que para ello se empleaba ángelos. Podía referirse también a alguna delegación diplomática como la encontramos en Josefo (Ant. 17:30).
En el judaísmo de tiempos de Jesucristo encontramos la figura del shaluah “enviado” que remonta su origen en el antiguo derecho semítico del mensajero, de esta manera lo encontramos en la ley oral judía, La Mishná: “El enviado (shaluah) de un hombre es como el mismo hombre” (La Mishna, Berajoth 5:5), sin embargo esta labor de representación legal estaba limitada temporalmente a una tarea precisa y cesaba cuando se había cumplido, sin tener connotaciones misioneras, puesto que tal sentido no se encuentra en la religiosidad judaica.
El sustantivo “apóstolos” se utiliza 79 veces en el Nuevo Testamento, empleándose exclusivamente en el sentido general de “mensajero” y como una designación del oficio del apostolado en la iglesia primitiva.
Apóstolos sólo se utiliza en los evangelios una vez en Mateo, Marcos y Juan (Mt. 10:2; Mrc.6: 30; Jn. 13:16) mientras que en Lucas el empleo de apóstolos está prácticamente reservado a los 12 discípulos (Lc. 6: 13; 24:36) y ninguna otra autoridad autónoma podría existir junto a la de los 12 apóstoles (Hch. 10: 1- 11; 15: 22). Para comprender el uso que hacen los escritos paulinos del término apóstolos consideremos:

a) La vocación y la misión para el apostolado no proviene de los hombres, sino de Dios (Rom. 1:
5; Gál. 1: 1; 1 y 2Cor. 1:1).
b) La vocación apostólica se basa en un encuentro con el Cristo resucitado (1Cor. 15:7, 8; Gál 1:
16).
c) Con la vocación del apostolado (a diferencia del shaluah ) va unido el mandato de la misión
entre los gentiles (Rom. 11:13; Gál. 2: 8).
d) El oficio apostólico va acompañado de señales y milagros (Rom. 15: 19; 2Cor. 11:12).
e) El oficio apostólico posee también autoridad revelativa escritural y doctrinal (Col. 4:16; 1Tes.
2:13; 5:27)
f) Al oficio apostólico pertenece inseparablemente el sufrimiento por Cristo (1Cor. 4:9; 15:30;
2Cor. 4:7; 11:23).
g) Pablo no ofrece ningún indicio de que el apóstol sea levantado por encima de la comunidad o
goce de distinción especial entre los demás ministerios (Rom. 1: 11; 1Cor. 12:25; Ef. 4: 11).
h) Pablo manifiesta que fue el último (escaton) en ver al Señor resucitado, por lo tanto da
entender que ninguno otro después de él cumpliría con este requisito (1Cor. 15: 8).
i) Aun cuando Pablo nombra como apóstolos a Junias, Andronico, Bernabé, Tito y Epafridito, sin
embargo no se puede tener la certeza si se emplea en el sentido de “mensajero” con una tarea
específica y temporal o si poseen los rasgos de apostolado del grupo de los doce, lo que sería
incierto.
Desde el punto de vista exegético y estrictamente investigativo, todo estudioso del Nuevo
Testamento deberá reconocer que resulta difícil determinar con claridad el uso del término apóstolos sin tener que depender de hipótesis interpretativas. Una cosa es clara; ninguna parte del Nuevo Testamento delata una comprensión del apostolado como un oficio eclesiástico institucionalizado, y por lo tanto transmisible, como lo plantea el Dr. Dietrich Muller:
“…entendemos que la comunidad cristiana del primer siglo utilizó el concepto del apostolado como asociada al canon y para impedir la deformación del testimonio de Cristo y para garantizar la realidad del Cristo crucificado, y exaltado; el Cristo histórico, y el Cristo del kerigma ( el mensaje evangélico)” 2
A la pregunta de qué ha sucedido con el ministerio apostólico en nuestros tiempos, o por qué dejó de ser en apariencia necesario, el Dr. Muller (además de otros eruditos) responde que la labor apostólica principal de servir a la revelación, la doctrina y la conservación del kerigma ha sido asegurada en el canon del Nuevo Testamento, y a esto se suma la labor del Espíritu Santo y el carácter apostólico de la iglesia universal de Cristo ya sólidamente constituida. Sin embargo nos merece respeto “la posición” de quienes sostienen la vigencia y transmisión del apostolado como el resto de los ministerios generales, no así las enseñanzas aberrantes de muchos de los llamados “apóstoles” hoy en día.

3. Los mal llamados profetas y sus enseñanzasOtro movimiento que nos ha generado una serie de enseñanzas erradas es el contingente bastante nutrido de ministros evangélicos que se han declarado “profetas” del Señor y de la iglesia de Cristo. La gran mayoría de sus expositores (o por lo menos los más renombrados y conocidos a nivel latinoamericano), poseen serios problemas de interpretación bíblica, evidencian falencias en su conocimiento de las doctrinas principales del cristianismo histórico, muchos de ellos carecen de formación bíblica formal, pretenden desarrollar un ministerio profético a la usanza de los siervos de Dios del Antiguo Testamento ignorando por completo sus implicancias teológicas. Todos estos elementos, sumados a un autoritarismo y personalidades desbordantes, han servido de agentes promotores de enseñanzas distorsionadas acerca de la prosperidad, conducta de vida y fe cristiana.
La expresión griega profétes (expresión compuesta pro, adverbio de tiempo que significa “previamente”, “antemano” y phe, “decir”) se traduce como “el que predice” o “el que anuncia”. En el siglo V a.C. el uso de la expresión en el mundo griego era el anunciador, el locutor publico (Píndaro, Pae. 6:6; Eurípides, Bacch. 211). El término está ligado a la realidad del oráculo de la antigua Grecia, donde la profetis o promantis, jóvenes doncellas escogidas de entre la población, se sentaban sobre un trípode, bajo el influjo de vapor o humo de cierta especie alucinógena y el masticar hojas de laurel, emitían sonidos extraños o glosas (tipos de lenguas) que sólo podía traducir o interpretar un asistente llamado profeta o mantis (Herodoto VI, 66, 2; Platón, Tim. 71e). En esta práctica el profeta no se hacía responsable de lo anunciado, puesto que el mensaje venía directamente de la divinidad, por lo tanto él sólo aconsejaba, la decisión final la tenía el consultante. Podemos entonces definir “profeta” en la cultura griega como: el que responde a una pregunta de un consultante, en una situación actual, histórico-concreta, anunciando en voz alta y de una manera inteligible el consejo y la voluntad de la divinidad.3En el Antiguo testamento se utilizaba la expresión hebrea nabi` traducido como “el que anuncia o pregona algo”. La expresión aparece 309 en el Ant. Testamento. El profetismo hebreo experimenta una evolución que va desde los “grupos extáticos”, que recorrían el país libremente y que por medio de instrumentos de música llegaban al éxtasis y luego entregaban sus mensajes (Num. 11: 10; 1 Sam. 10:5; 19:18). Los grupos “proféticos monásticos”, o escuelas de profetas que se agrupaban en torno a la figura de un pregonero de Dios conocido y respetado, para ser instruidos por él (2 Reyes 2: 3; 4:38; 6:1). El “profetismo cúltico”, que aparece junto al sacerdote para dar respuesta de Dios a las interrogantes del pueblo (1 Re. 1:8; 22:24; 2Sam. 12:1). Finalmente aparecen “los profetas escritores”, que generalmente denunciaban la falta de piedad del pueblo (Os. 8: 14; Mi. 3: 9-12; Is. 1: 10 –17: Jer. 7: 1-15), entonces el nabi´ pasa a ser “el que habla a nombre o de Dios”, y tiene por misión declarar el mensaje de Dios para su pueblo, en relación con el juicio y la esperanza de salvación.
En el Nuevo Testamento el término prophetes se utiliza en 144 oportunidades con la acepción del anunciador, el expositor o el predicador de la revelación divina. Se emplea la mayor parte de las veces para hablar de profetas del Ant. Testamento; de Juan Bautista; de Jesús; alguien que anuncia el Reino de Dios o el evangelio de Cristo; algún cristiano que posee el don de profecía; y a los escritos del Ant. Testamento. En la iglesia cristiana del primer siglo se conocía el oficio o servicio de hermanos dotados del don de profecía, por lo que se supone que muy pronto se institucionalizó al punto de que Pablo los menciona en el mismo plano que a los apóstoles (1Cor. 12:28; Ef. 4: 11).
En las comunidades paulinas los profetas tenían un servicio que realizar por parte de Dios (1Cor. 14:23): aconsejar, consolar, educar, edificar (1Cor. 13: 2; 14:3, 24), debían controlar el no convertirse en una fuerza extática que estorbara el culto (1Cor. 14: 30-33). Sin lugar a dudas se trataba de un servicio a la congregación, en contra de todo individualismo neumático, no importando cuán magníficos eran los dones que lo adornaban. Un signo de la exuberante efusión del espíritu es el gran número de profetas conocidos en la iglesia primitiva (Hch. 11:27,28; 13:1; 15:32; 21:9).
El profetismo continuó existiendo durante cierto tiempo en la iglesia primitiva hasta que debido a los abusos montanistas, llegó al descrédito en el siglo II y fue desapareciendo paulatinamente (Didáche 10:7; 11:7-11; 13:1-7; Justino, Dial.82:1).
Existe la tendencia de parte de respetados eruditos del Nuevo Testamento a considerar a la predicación de la Palabra de Dios, como una de las facetas proféticas más destacadas y comunes dentro de la iglesia de todos los tiempos, sin desmerecer la capacidad de anunciar lo que se encuentra oculto.

4. Las falsas enseñanzas acerca de la “prosperidad”



El concepto de “prosperidad” se ha distorsionado inmensamente en estos tiempos en la enseñanza de la iglesia latinoamericana, de tal modo que hablar de bendiciones es hablar de “salud absoluta” y “obtención de riqueza”, es la enseñanza de un evangelio que busca las añadiduras antes que el Reino. Los maestros de la “falsa enseñanza de la prosperidad” concuerdan en que Dios promete prosperidad en lo material, riquezas y éxito a todo aquel que se una a su forma particular de interpretar el evangelio. Que la forma de adquirir esta prosperidad es por medio de una mal llamada fe. El uso de métodos como los de confesar audiblemente ciertos versículos bíblicos, visualizar en la mente cosas materiales que se deseen y orar pidiéndolas a Dios, o también atar y reprender espíritus de pobreza o espíritus que impiden que vengan las riquezas. Un principio muy particular e importante es que ofrendando grandes cantidades de dinero a cualquiera de estos grupos, se promete que Dios se lo devolverá en forma sobrenatural, multiplicado.
Cualquier estudiante serio de la Biblia se puede dar cuenta que la esencia del evangelio ha sido suplantada por un sistema de materialismo y egoísmo en donde a Dios se le presenta como un escalón para obtener riquezas y éxito, mientras se fomenta y manipula la avaricia de los congregantes para estimularlos a dar dinero a la organización, o a los mismos exponentes de la doctrina de prosperidad. Se manipula la Biblia y algunos principios cristianos para llevar a la gente al paganismo característico de nuestra sociedad consumista. En las Sagradas Escrituras la verdadera “prosperidad” tanto en el hebreo tsaleaj , como el griego euodoo y euporía, es un don de Dios resultante de buscar y realizar su voluntad divina (2Cr. 26:5; 1Cor. 16:2; 3Jn. 2), prioriza la riqueza espiritual: “A los ricos de este siglo manda... que sean ricos en buenas obras.” En otras palabras, que a una clase de riqueza agreguen la otra, “que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos....” (1 Timoteo 6:17-18). Es hacer tesoros en el Cielo (Mateo 6:19-21). A la generosidad debe sumarse el contentamiento (1 Timoteo 6:1-10; 2 Corintios 9:8; Filipenses 4:12-13). Nunca las Sagradas Escrituras enseñan que podemos hacer pactos personales para lograr algún tipo de beneficio de parte de Dios, de hecho el término “pacto” berit en el hebreo y diathéke en el griego cuando son usados en relación a Dios, denotan una acción absolutamente unilateral, donde el que hereda o pacta y al mismo tiempo garantiza el cumplimiento es solo Dios (Gén. 6:18; Dt. 4:13, 31; 1Cor.11:25; Heb. 7:22; 8: 6,7; 9:15).

5. La guerra espiritual

Esta enseñanza sobre-enfatizada ya tiene varios años de propagación en Latinoamérica y ha convertido la enseñanza bíblica de la pugna entre el Reino victorioso de Dios y el reino derrotado de las tinieblas, en una especie de burda caricatura de “cazafantasmas evangélicos”. Encontrando posesión demoníaca, en objetos prehistóricos o religiosos, animales, cosas, edificios, obras de arte, esculturas, fotografías, libros, personas, etc.Se ha enseñado una especie de cartografía espiritual (“mapeo espiritual”) empleando el argumento que para ganar “la guerra espiritual” es imprescindible la investigación geográfica e histórica con “discernimiento espiritual” y conocer los nombres de los demonios y el poder que ostentan. La existencia de “espíritus territoriales” que existe en una línea jerárquica de demonios (entidades y potestades, etc.) a quienes se les ha les ha asignado un área geográfica específica. Esta idea resulta de una mala interpretación de textos como Daniel 10, que más bien debe ser interpretado como literatura escatológica.
En ningún lugar del Nuevo Testamento se trasmite información sobre espíritus territoriales, ni existen precedentes de “guerra estratégica” contra los demonios tal como enseña esta falsa enseñanza, sino sólo en el ámbito personal. Es cierto que el Señor Jesús comisiona a sus discípulos y les capacita para realizar la obra de exorcismo (expulsión de demonios), sin embargo les deja en claro que esto es sólo señal de que el Reino de Cielos se ha acercado a los hombres (Mt. 10:1-7; 12:28). La Biblia no nos manda ir en busca de demonios, actividad demoníaca, sino a predicar el evangelio y a hacer discípulos, enseñarles todo lo que se nos ha enseñado a nosotros (Mt. 28: 19, 20).
En Efesios 6, Pablo nos exhorta a ponernos toda la armadura de Dios empleando una ingeniosa analogía entre el uniforme de un legionario romano y los dones que Dios ha puesto a disposición de todos los creyentes para vivir la vida de justicia y santidad que agrada a Dios. Es interesante notar que la armadura que describe Pablo es más bien la empleada por un soldado defensivo, es decir un legionario que debe sostener una guarnición y no la utilizada por un legionario ofensivo. El apóstol intenta decirnos que al vivir el evangelio de Cristo estamos ofreciendo oposición al reino de las tinieblas, nótese por favor la secuencia de virtudes del evangelio: verdad, justicia, paz, fe, salvación, palabra de Dios, oración. ¡Es la vida cristiana genuina la verdadera armadura en contra de la maldad de este mundo!, no una persecución en contra de espíritus, demonios, potestades, capitanes, mayores y generales del mundo espiritual. La verdad es que los expertos en angelología y demonología, no están seguros si existe en las Sagradas Escrituras la intensión de describir un escalafón de rangos entre los ángeles o demonios, pero si podemos estar seguros que las expresiones griegas que utiliza Pablo en verso 12 no tienen este propósito; arjas, (autoridad), exousías (poder, gobierno) y kosmokrátoras (gobernante del mundo), son expresiones sinónimas que hablan del poder, autoridad y gobierno que ejercen las tinieblas sobre la humanidad que esta bajo su dominio. El Dr. en teología Frank Macchia, nos plantea respecto a la interpretación de este pasaje que Pablo realiza una descripción de la fuerza de las tinieblas por medio de un lenguaje relacionado con las estructuras políticas opresivas 4, es decir, las tinieblas que enfrentamos los creyentes son tan opresivas y dominantes como gobernantes déspotas y tiranos que existen en el mundo. De igual manera nos recuerda el Dr. Max Turner, que Pablo escribe a la iglesia de Cristo en la ciudad de Efeso, famosa por su idolatría y por sus prácticas de hechicería, y sin embargo el apóstol utiliza términos generales y sinónimos sin caer en una larga lista de nombres y cargos como se usaba en Efeso. 5Esta enseñanza hace demasiado énfasis en la demonología, tomando poco en cuenta la naturaleza pecaminosa del hombre como la causa esencial de los males de la humanidad (Romanos 8:5-8; 1 Juan 2:16), sin lugar a dudas es más fácil culpar a espíritus o demonios de las conductas pecaminosas de los seres humanos, que reconocer que son consecuencia de nuestra maldad.

6. Las maldiciones generacionales

Esta doctrina errada enseña que los demonios pueden trasmitirse por herencia genealógica, como consecuencia de una maldición echada sobre la familia o por razones naturales, sugieren que existen “espíritus generacionales de sangre”. Por lo tanto resulta necesario realizar una liberación de tipo regresiva o retroactiva, es decir, muchas personas requieren ser liberados de las ataduras demoníacas que recibieron sus antepasados. Esta enseñanza evidentemente contradice y subestima la eficacia de la obra redentora de Cristo en la cruz del Calvario (Heb. 7:26-27; 9:11-12; 10:8-14), y niega la realidad del nuevo nacimiento (2 Cor.5:17). Uno de los efectos de esta enseñanza es que hace vivir a los cristianos en temor e inseguridad continua (1Jn. 4:18; Rom. 8:1, 15, 31-39).
Es cierto que existen tendencias heredadas y trasmitidas por genes en los cromosomas del genoma humano. Puede haber deficiencias y debilidades de personalidad, psicológicas o físicas que hemos recibido de nuestros padres; pero esto no quiere decir que las enfermedades se deben a maldiciones sobre nuestros padres y ancestros, o a demonios generacionales actuando por décadas en nuestras familias.

7. El Reino Presente, instaurado por los apóstoles y profetas

Esta falsa enseñanza plantea que el Reino es establecido por los profetas y apóstoles. Según la versión de John Eckhardt, Ronny Chávez, Rodolfo Font, Antonio San Cristóbal, entre otros: “los apóstoles y profetas establecerán el Reino después de la conquista de los reinos de este mundo, y cuando suceda esto, Cristo vendrá y podrán entregárselo todo a Él”.
Los exponentes de esta doctrina errada impulsan a la Iglesia para que participe activamente en la política, buscando establecer por medio de la conquista del poder gubernativo el reino de Dios aquí y ahora. La enseñanza del “reino presente” procura que la Iglesia se introduzca dentro del sistema para que influya, cambiando las leyes injustas e inmorales, y forjando por sus propios medios un sistema terrenal que sea regido por los principios del Reino de Dios.
Cristo nunca enseñó que la Iglesia sería parte de los sistemas políticos de este mundo. Los hombres son los que están procurando trastocar su verdadera misión. Los maestros de esta enseñanza errada olvidan que todos los gobiernos humanos, con sus sistemas ideológicos, son pasajeros y efímeros, por lo que la Iglesia corre el riesgo de perder su identidad eterna si entra en relaciones con éstos, pues tarde o temprano se comprometerán con el sistema dominante. El propósito esencial de los maestros del “Reino Presente” es cambiar la injusticia, y establecer por medio de la Iglesia un gobierno humano perfecto. Pero ésta y cualquier otra enseñanza similar están fuera de la realidad bíblica sobre el plan de Dios, porque el Reino de Dios no es, en sentido absoluto, un sistema político establecido por el hombre aquí y ahora. Jesús afirmó: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Ahora, pues, mi reino no es de aquí” (Juan 18:36). El Reino de Dios que experimentamos los creyentes, es el reino o gobierno de Jesús en el corazón humano que lo recibe (Lucas 17:21); es espiritual e interno. El Reino escatológico (Apocalipsis 12:5,10) es literal y visible; el diablo y la muerte misma serán destruidos (Apocalipsis 20:10,14). Esta concepción escatológica sin embargo, no debe hacer olvidar la responsabilidad social de la Iglesia, ni tampoco limitar su influencia como “sal” y “luz” (Mateo 5:13-16). Hemos de ser conscientes que la Iglesia y el mundo son dos comunidades radicalmente distintas entre sí como la luz y la oscuridad o la sal y la descomposición; pero los cristianos, para ser de alguna ayuda a la sociedad no cristiana, como “sal” deben penetrar en la carne y como “luz” brillar en la oscuridad (1 Pedro 2:11-17).
La Iglesia Evangélica posesionada de los principios morales y espirituales de Cristo debe influir en la sociedad y el gobierno, a través de grupos o individuos organizados; pero no como Iglesia identificada con algún partido político, para no politizar el Cristianismo eclipsando su preocupación central, que es la redención integral del ser humano mediante una profunda y personal experiencia con Dios.

Medios a nuestra disposición para detectar y corregir las falsas enseñanzas

En este estudio hemos reconocido las características generales de los falsos maestros y los movimientos que enseñan doctrinas erradas. Realizamos un breve análisis de las enseñanzas erradas más difundidas en la iglesia evangélica latinoamericana, y por ultimo será importante considerar los medios que el Señor nos ha otorgado para detectar y no ser influenciados por los falsos maestros.
Nos es necesario retomar el pasaje de 1Juan 2: 24-27 que utilizamos al inicio de este estudio. El escritor bíblico utiliza estas expresiones para exhortar a los hermanos de la iglesia en Asia que estaba siendo amenazada con enseñanzas proto-gnósticas que atentaban contra la deidad de Cristo. Juan alienta a los creyentes a permanecer fieles a la Palabra de Dios que se les había enseñado y a confiar en la asistencia y guía del Espíritu Santo. El conocimiento y sana interpretación de la Palabra de Dios y la dirección del Espíritu Santo, son para los creyentes dos baluartes en contra de las falsas enseñanzas, así lo expresa el Dr. Howard Marshall:
“Así nuevamente el antídoto para no caer en conceptos falsos de la fe cristiana se encuentra en mantenerse firme en la enseñanza inicial que nos legaron los apóstoles de Cristo, que es confirmada en nuestros corazones por el Espíritu”. 6
Observemos algunos puntos importantes respecto a estos dos “baluartes” de la sana doctrina:

· El fundamento de toda doctrina sana es la enseñanza predicada por Jesucristo y por los apóstoles que él comisionó.
· Cristo es el clímax de la revelación divina, por lo tanto un claro conocimiento de él es la base de la sana doctrina sobre la que debemos edificar nuestra fe (1Tim. 6:3; 2Tim.1:13; Ti.1:9; 2Ped. 3:2).
· Nuestro deber es procurar que la Palabra de Dios “permanezca” meno(permanencia, estrecha relación, comunión intima) en nosotros en forma activa.
· Leer, escuchar, meditar en la Palabra de Dios debe ser nuestra ocupación diaria, de la misma manera que la comida es necesaria para vivir (Jn. 6:35; Col. 3:16).
· El permanecer fieles a la Palabra que se nos ha enseñado nos lleva a la vida eterna, por el contrario, las falsas enseñanzas desvían del camino y conducen a la perdición.
· El creyente escudriña la Biblia como los hermanos de Berea (Hechos 17:11) para ver si las enseñanzas son correctas.
· El Espíritu Santo (en 1 Juan 2: 20 y 27 aparece la expresión crisma (jrisma) para referirse al Espíritu en tres ocasiones, y son las únicas en todo el Nuevo Testamento) que habita en nosotros garantiza la Palabra de verdad que hemos recibido (Juan 14: 26). No hay necesidad de escuchar a los que traen “nuevas enseñanzas” o “revelaciones”.
· Los creyentes podemos comprender el sentido y verdad de la Palabra de Dios con la ayuda del Espíritu, evitando ser engañados.
· Que el Espíritu Santo sea el “consejero o guía” (paraklhtoV, parákletos,) como se expresa en Jn. 14:26; 1Jn. 2: 27, no significa que no existan maestros de la Palabra en la iglesia o que no sean necesarios (Mt. 28:20; Rom. 12:7; Ef. 4:11), sino que éstos deben interpretar bien la palabra de verdad (2Tim. 2: 15. NVI) y deben ser dirigidos por el Espíritu que inspiró las Sagradas Escrituras.

La Biblia nos enseña que siempre han existido los falsos maestros y las enseñanzas erradas, aun más se
nos dice que en los tiempos finales aumentará el deseo de los incautos por oír y creer a esas doctrinas equívocas y muchos serán arrastrados a la mentira (Mt. 24:11-13). Sin embargo, no será esta la experiencia de los creyentes que amamos al Señor, guardamos sus mandamientos, nos presentamos como obreros calificados que siempre desean seguir creciendo en el conocimiento de la Palabra de Dios y ser guiados por el Espíritu Santo a toda verdad y justicia.
“Los doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad” (Daniel 12: 3).

Pr. Gustavo Robles C.
Bach. en Teologia. Est. de Lic. en Teologia

Dip. en Ciencias de la Religión U.de Chile.
Dip. en Egiptologia y Medio Oriente Antiguo U. de Chile.
Lenguas Biblicas Hebreo y Griego U de Chile.

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1 Jean Pierre Bastian, La mutación religiosa de la América Latina. Pág. 136, 137. Fondo de Cultura Económica, 2003.


2 Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, tomo I, pág.146. Edit. Sígueme. Rev. 2003
3 Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, Vol. II, L. Coenen, pág. 414. Edit. Sígueme. Rev. 2004.
4 Frank Macchia, Teología Sistemática. Cap. “Los espíritus creados”, pág. 200. Editor Stanley Horton. Edit. Vida.1994.
5 Max Turner. Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno. Efesios, pág. 1287. Casa Bautista de Publicaciones. 1999.
6 Howard Marshall. Las cartas de Juan. Pág. 160. Edit. Nueva Creación. 1991.


BIBLIOGRAFIA

Bastian, J. Pierre. La mutación religiosa de la América Latina. Fondo de Cultura Económica. 2003.

Beyer, Hartmut. Las Cartas de Juan. Editorial Clie. 1998.

Marshall, Howard. Las Cartas de Juan. Editorial Nueva Creación. 1991.

Ridderbos, Herman El pensamiento del apóstol Pablo. Libros Desafío. 2000.

Teología Sistemática. Editor, Stanley Horton. Editorial Vida. 1994.

Teología Bíblica. Editores, Purkiser, R. Taylor y W. Taylor. Casa Nazarena de Publicaciones. 1991.

Comentario del Contexto Cultural de la Biblia: Nuevo Testamento. Craig Keener. Editorial Mundo Hispano. 2005.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno. Casa Bautista de Publicaciones. 1999.

Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. 2 tomos, Editor Lothar Coenen. Ediciones Sígueme. 2003 y 2004.

La Mishna. Editor Carlos del Valle. Ediciones Sígueme. 1997.

Biblia Nueva Versión Internacional.

Biblia de Jerusalén.

Tanaj hebreo. Editorial Sinaí.

Nuevo Testamento Griego.

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