martes, 5 de marzo de 2013

EDIFICAR A TODA PRUEBA


Mateo 7:24-29.

 

 

·          Los creyentes o seguidores de Cristo debemos fundamentar nuestra experiencia de vida en los principios de la enseñanza de nuestro Señor.
·          El contexto de este relato del evangelio de Mateo se encuentra inserto en la exposición del Sermón del Monte que Jesús compartió con sus discípulos y los aspirantes a tales en la región de Galilea. Habiendo expuesto varios principios relacionados con la justicia del reino, Jesús concluye el Sermón  con cuatro ilustraciones de la justicia personal hablando de dos puertas y dos caminos; dos clases de profetas y dos clases de árboles frutales; dos clases de siervos; y dos clases de constructores.
·         ¿Por qué es tan necesario poner en práctica los principios de la palabra del Señor?
    Intentemos extraer por lo menos dos respuestas a esta interrogante a partir de esta cuarta parábola de la conclusión del Sermón del Monte de Jesús.
I            NOS CONVIERTE EN PERSONAS PRUDENTES Y SABIAS.
 
            Mateo en estos versículos y su paralelo en Lucas (6:46–49) registran la parábola de los dos constructores con la cual Jesús concluye el Sermón. Existen semejanzas entre los dos constructores. La primera de ellas es que ambos oyen las palabras del Maestro, la expresión verbal ἀκούει μου τοὺς λόγους  (v. 24 BYZ, ind.- pres.- act.). El verbo akúo indica la capacidad de percibir los sonidos, pero también el énfasis metafórico de poner plena atención y entender: “el que tenga oídos, oiga…” Es por esta razón que los rabinos debatieron si oír o hacer la ley era más importante; la mayoría concluyó que oír era más importante, porque según enseñaban ellos, no se podía hacer sin oír, pero sin embargo insistieron que ambos eran necesarios. Esto explicaría la importancia que tenía en el culto judío la recitación continua del Shema (Escucha Israel, el Señor tu Dios, el Señor uno es…) como confesión de fe. Sin embargo Jesús advierte tajantemente a sus discípulos que no solo deben prestar suma atención a sus enseñanzas, a sus palabras exhortadas en este sermón, además es de vital importancia ponerlas en práctica, καὶ ποιεῖ αὐτούς (v.24 BYZ ind.- pres.- act.). El verbo poiéo indica ponerse en actividad, ocuparse o empeñarse en una acción.
               Dijimos que había semejanzas entre ambos constructores, pero también radicales diferencias. Aunque ambos oyen las palabras y enseñanzas del Maestro, solo uno está dispuesto a ponerlas en práctica. Entonces el Señor compara al discípulo que oye y hace con un constructor prudente en su parábola, puesto que el oír y practicar las enseñanzas de Jesucristo cultiva la prudencia y la sabiduría. La expresión  φρόνιμος  es un adjetivo que denota inteligencia práctica, sabiduría para vivir, que permite una actuar asertivo y consecuente. Por lo contrario, el discípulo que oye pero no practica sus enseñanzas μὴ ποιῶν αὐτούς (v. 26 BYZ partic. – pres.- act.), es comparado con un constructor necio. El adjetivo μωρός se utiliza para calificar la torpeza, necedad, carencia de sabiduría o inteligencia practica.
               La enseñanza de Jesucristo será considerada más tarde por Santiago instruyendo a la naciente iglesia judeo-gentil:
Pero no basta con oír el mensaje hay que ponerlo en práctica, de lo contrario se estarían engañando a ustedes mismos. Porque si uno es oyente del mensaje y no lo practica, se parece a aquel que se miraba la cara en el espejo: se observó, se marchó y muy pronto se olvidó de cómo era.  (Stgo.1:22-24 BNP)
 
Como seguidores y discípulos de Jesucristo debemos estar dispuestos no solo a oír constantemente las palabras del Señor y Maestro de nuestras vidas, sino también a ponerlas en práctica continuamente. De esta manera, las palabras prácticas de Jesús nos transformarán en personas cautas y sabias que son capaces de actuar consecuente y responsablemente de acuerdo a lo que han aprendido, utilizando nuestro conocimiento para hacer lo correcto según la voluntad de Dios.
 
II          NOS PERMITE ENFRENTAR CON SOLIDEZ LAS CRISIS.
 
           Mateo continua la narración de la parábola de estos dos constructores y vuelven a detectarse semejanzas entre ambos. Tanto el constructor sabio como el necio construyeron seguramente casas similares, ambos debieron enfrentar que su obra de edificación fuese azotada por las mismas inclemencias climáticas. Sin embargo el constructor prudente y sabio, el que oye y practica la palabra del Maestro: cavó, ahondó y colocó el cimiento sobre la roca. (Luc.6:48 BNP), mientras que el constructor insensato construyo su casa sobre la tierra arenosa, sin cavar para cimentar en el lecho rocoso. En tiempos de Cristo, los pueblos y aldeas de la Galilea estaban conformados por edificaciones domiciliaras más bien sencillas, de pocos cuartos, algunas de piedra y muchas de mampostería. Para aprovechar mejor las extensiones de terreno llanos para los cultivos se acostumbraba a edificar preferentemente sobre las laderas de los montes. El riesgo era latente, ya que al llegar las estaciones lluviosas, los aluviones provocados por las tormentas y el fuerte ventarrón ponían a prueba la calidad de las construcciones.



               Para el Señor, el discípulo que se esforzaba continuamente  en oír y practicar sus palabras, había logrado cultivar su prudencia y sabiduría lo suficiente como para consolidar su vida en las enseñanzas del Maestro, de manera que en tiempos de crisis podía mantenerse estable y con una fe solida en Jesucristo. De la misma forma en que procedería un constructor prudente y experimentado al cimentar su construcción en el lecho rocoso de Galilea.  Muy por el contrario, el supuesto seguidor que solo se conformaba con oír las enseñanzas de Jesús pero sin practicarlas, está expuesto a resultar severamente dañado cuando deba enfrentar las crisis de esta vida. Su confianza en el Señor se desmoronará y su insípida fe se diluirá hasta generar decepción y profunda frustración. Por ello es considerado por el Maestro como el constructor insensato que erigió su casa a ras de suelo y al ser azotada por la furia del clima no pudo soportar y debió afrontar una pérdida total de su propiedad.
                  La expresión empleada por Mateo, ᾠκοδόμησεν τὴν οἰκίαν αὐτοῦ ἐπὶ τὴν πέτραν· (Mat.7:24 BYZ) oikodoméo denota la acción de edificar, construir o emplazar alguna obra y metafóricamente es usado en este pasaje para referirse al crecimiento y progreso integral del creyente, gracias a su sólido fundamento en las enseñanzas y principios de Jesús. La idea de ser juzgado por el oír sin obedecer o poner en práctica era familiar para los judíos: En realidad, tú eres para ellos tan sólo alguien que entona canciones de amor con una voz hermosa, y que toca bien un instrumento; oyen tus palabras, pero no las ponen en práctica. No obstante, cuando todo esto suceda —y en verdad está a punto de cumplirse—, sabrán que hubo un profeta entre ellos.» (Ez.33:32-33 NVI)
                 Algunos de los oidores de Jesús más bíblicamente instruidos pueden haber recordado Proverbios: Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. (Prov.24:3 NVI)  y el contraste entre la sabiduría y la insensatez personificadas: La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. (Prov. 9:1 NVI). El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. (Prov. 9:10 R60)
                Como seguidores y discípulos de Cristo debemos comprender que en el reino de los cielos, el oír las palabras del evangelio sin el hacer lo que se manda lleva a la ruina espiritual. En cambio, el oír y el hacer —la obediencia del seguimiento, sirve de base para edificar una vida que puede resistir ataques de todos los elementos y permanecer en pie. Los verdaderos seguidores de Cristo no debemos conformarnos jamás con ser simples y cómodos oidores de las verdades de su evangelio, muy por el contrario debemos desafiarnos a ser activos practicantes de sus principios. De esta manera cultivaremos sabiamente una vida de fe estable y solida, profundamente arraigada en las enseñanzas que hemos aprendido de nuestro Maestro Jesús. Y en tiempos de prueba, adversidad o tribulación nuestras vidas permanecerán serenamente confiadas en las promesas, instrucciones y principios inamovibles del Señor Todopoderoso.

audire et facere
Oír y Practicar
 
Pr. Gustavo Robles Cid
Reflexion basada en sermon dominical
Comunidad de fe Rey de Gloria

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