lunes, 18 de marzo de 2013

MAS ALLÁ DE LAS APARIENCIAS

1Samuel 16:7.
 
·          Los seguidores de Jesucristo debemos  entender que Dios va más allá de las apariencias cuando nos elige para seguirle y servirle.
  • El relato de 1 Samuel 16 nos sitúa en el episodio histórico del rechazo del rey Saúl por parte de Dios, en su rol de monarca del pueblo de Israel. Dios había permitido la elección de Saúl por parte del pueblo y del profeta Samuel.   Sin embargo, la tozudez, arrogancia y desobediencia del monarca le llevaron a ser depuesto por Dios a través del mismo profeta que le consagró como tal. Dios le advirtió a Saúl que le permitiría seguir gobernando un tiempo más, pero se reservaría el derecho divino de escoger otro rey para su pueblo.  Samuel es exhortado por Dios para que abandone su duelo y profundo pesar por la deposición de Saúl y se le ordena trasladarse desde Ramá hasta Belem para consagrar allí al nuevo rey de Israel.
· ¿Podemos impresionar a Dios con nuestras apariencias?

I.   DIOS NO SE DEJA ENGAÑAR POR NUESTRAS APARIENCIAS.

           La pesadumbre de Samuel por el rechazo de Saúl, acompañada sin duda por ruegos ardientes por su restitución, mostraba los sentimientos amables del hombre, pero tales sentimientos estaban en pugna con su deber público como profeta. El propósito declarado de Dios de transferir el reino a otras manos que no fuesen las de Saúl, no era una amenaza airada, sino un decreto fijo e inmutable; de modo que Samuel debería haberse sometido más pronto a la manifestación decisiva de la voluntad divina, por ello fue enviado en una misión privada para ungir a un sucesor de Saúl. Sin lugar a dudas esta era una empresa delicada y peligrosa. Con Saúl como rey vigente políticamente, Samuel debe tomar precauciones para no perder la vida por traición al trono. Al llegar a Belem invitó a los ancianos de la aldea y a la familia de Isaí para que le acompañasen a ofrecer un sacrificio de paz al Señor y compartir la comida junto a ellos. Es durante esta celebración que el profeta se dirige a la familia de Isaí para cumplir con su misión de consagrar al futuro rey, pero Samuel vuelve a fallar al dejarse llevar por las apariencias externas.

 
              Dios se dirige nuevamente a Samuel y le advierte que: …No mires a su apariencia (אֶל־מַרְאֵ֛הוּ ), ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; porque Dios no ve como el hombre (הָאָדָ֔ם ) ve, pues el hombre mira la apariencia exterior  (יִרְאֶ֣ה לַעֵינ),…(1Sam.16:7 NBH).
             Era muy común que los pueblos medio orientales buscaran en sus gobernantes ciertas características físicas y de carácter. Un rey debía ser para el pensamiento de la época, un hombre fuerte, de estatura superior, guerrero valiente o hábil estratega, que inspirara el respeto de su propio pueblo y de sus enemigos. Por ello la expresión מַרְאֶה (mar’eh) en el texto hace referencia al aspecto o apariencia externa y visible a simple vista. Pero Dios advierte a Samuel que los seres humanos se equivocan al dejarse llevar por las apariencias, el Señor va más allá. El pueblo de Israel y Samuel ya habían cometido precisamente ese error anteriormente:
 
Había un hombre de Guibeá de Benjamín llamado Quis, hijo de Abiel, de Seror, de Becorá, de Afía, benjaminita, de buena posición. Tenía un hijo que se llamaba Saúl, que era joven y apuesto. Era el israelita más alto: de los hombros para arriba, sobresalía por encima de todos los demás. (1Sam. 9:1-2 BNP)
Entonces Samuel dijo a todo el pueblo: – ¡Miren a quién ha elegido el Señor! ¡No hay como él en todo el pueblo! Todos aclamaron: – ¡Viva el rey! (1Sam.10:24 BNP)
            El Señor deja muy en claro al profeta Samuel, que no es posible que el ser humano le engañe porque Él va más allá de sus apariencias tan bien elaboradas. Dios no se deja influenciar por lo aparente. De esta forma lo entendieron aun los religiosos de tiempos de Cristo: Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias. (Mat 22:16 NVI)
            El mismo Señor Jesús exhorta a sus discípulos a no evaluar según las apariencias a las personas sino más bien justamente: No juzguen según las apariencias, sino conforme al justo criterio. (Jn.7:24 BNP)
            El apóstol Pablo reprocha el mismo error a los hermanos de Corinto:   Ustedes ven las cosas según la apariencia exterior… (2Cor.10:7 NBH)
            Aun más, Pablo advierte a Timoteo del carácter de los seres humanos de nuestros días diciendo que solo tienen apariencia de religiosos o piadosos pero con sus actos rechazan esta supuesta piedad (2Tim.3:5).
             Los seguidores del Señor Jesucristo somos continuamente desafiados a entender que las apariencias externas de los seres humanos, generalmente engañan. Estamos insertos en una sociedad que se produce muy convenientemente para aparentar lo que no es y muy pocas veces demuestra externamente lo que es interiormente. ¿Cuántas veces hemos sido víctimas de quienes nos juzgan erróneamente por nuestra apariencia? Y lo que es aun peor ¿Cuántas veces nosotros hemos juzgado superficialmente a otros por lo que vemos a simple vista? Gracias a Dios, no importa que tan buenos y experimentados actores seamos, nunca podremos convencer o hacer creer a Dios algo acerca de nosotros que no seamos en realidad. ¿Por qué? Simplemente porque Dios nos conoce real y profundamente.
                                                          
II.         DIOS NOS ELIGE  A PESAR DE CONOCER QUIENES SOMOS.

                En absoluto contraste con la realidad antes considerada, Dios ordena a Samuel no dejarse impresionar por las apariencias, sino, obedecer a sus instrucciones. No solo porque Dios no puede ser engañado o estafado por las apariencias, sino además, porque Él puede ver el corazón mismo de los seres humanos y conocerles en su esencia. La expresión hebrea  וַיהוָ֖ה יִרְאֶ֥ה לַלֵּבָֽב׃ (16:7 WTT)…y Yahvé observa el corazón, debe ser entendido en el contexto de la cultura hebrea. Yir’eh  (qal- imp.) de ra’ah indica la capacidad de observar, ver, prestar atención, considerar algo atentamente con la finalidad de conocerle realmente. En este caso, es Dios quien observa con atención más allá de lo aparente y puede conocer el corazón de los seres humanos. El lebab, aunque traducido como “corazón”, en realidad se refiere en la cultura hebrea al centro y esencia de la persona humana. Desde esta perspectiva, debemos entender que Dios no se equivocó al permitir la elección de Saúl como rey de Israel, puesto que le conocía profundamente, y pese a ello le eligió.
 
 De la misma manera le pide a Samuel pasar por alto a los siete hermanos de David, ya que ninguno de ellos era la persona que Dios deseaba para suceder a Saúl. Para Samuel cada uno de los hermanos de David poseían, aparentemente, las condiciones necesarias para ser rey en lugar de Saúl, pero el Señor desea elegir al menor de todos ellos. David, posiblemente de 12 o 15 años, ni siquiera se encuentra entre los hijos de Isaí que son invitaos a compartir el sacrificio de paz que el profeta ha ofrecido. Ha sido subordinado a cumplir labores de sirviente, cuidando del rebaño familiar. Aunque el pasaje nos presenta a David como de hermosas facciones físicas e incluso se nos describe que era rubio, en realidad para su propio padre y hermanos él es un niño incapaz todavía. Pero Dios le conoce perfectamente, cada virtud y sobre todo, cada error o falta, y a pesar  de todo esto, le ha elegido como el siguiente rey de su pueblo.
           
               El mismo David entendería tan claro este principio de Dios que aconsejaría más tarde a su hijo Salomón: Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre y sírvele de todo corazón, con generosidad de espíritu, que el Señor sondea los corazones y penetra todas las intenciones. (1Cron. 28:9 BNP)
            Nuestro Señor Jesucristo confirma esta verdad innegable: Él les dijo: –Ustedes pasan por justos ante los hombres, pero Dios los conoce por dentro…  (Luc.16:15 BNP)
            El testimonio de Juan viene a confirmar radicalmente que el Señor conoce perfectamente el corazón o ser interior de todos los seres humanos: Pero Jesús no se confiaba de ellos porque los conocía a todos; no necesitaba informes de nadie, porque él sabía lo que hay en el interior del hombre  (Jn.2:24-25 BNP)
Los seguidores de Cristo debemos comprender que Dios y solo Él nos conoce perfectamente, aun mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos. Por un lado, resulta genial saber que el Señor nos conoce tan profundamente, pero al mismo tiempo, nos debe generar el temor reverente de entender, que no importa cuán hábiles seamos para enmascarar nuestro papel ante los demás, jamás podremos engañarle a Él. Dios simplemente nos ha aceptado y recibido en su amor, a pesar de conocer perfectamente quienes somos.
Pr. Gustavo Robles Cid
Reflexion basada en Sermon Dominical
Comunidad de fe Rey de Gloria

2 comentarios:

  1. COMPARTO UNA HERMOSA FORMA DE HONRAR A LOS MINISTROS, VER.
    http://hablabiblia.blogspot.com/2013/07/doctorados-honorificos.html#.VZFX7fl_NBc

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  2. COMPARTO UNA HERMOSA FORMA DE HONRAR A LOS MINISTROS, VER.
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